Una gran cantidad de la población en Chile tiene sobrepeso u obesidad, por lo que, en las últimas décadas, se ha convertido en un problema serio de salud a nivel nacional y en todos los grupos etarios.

Es tan grave que nuestro país es el que tiene mayor tasa de sobrepeso u obesidad de los 37 estados de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), teniendo un 74% de la población adulta en esa categoría en 2019.

Con esta cifra, Chile incluso supera a México y Estados Unidos, que tienen 72,5% y 71% respectivamente. Y no sólo los adultos son afectados, sino que, según cifras del Ministerio de Salud (Minsal), en 2018 un 35% de los niños menores de seis años contaba con sobrepeso u obesidad.

En ese sentido, el primer Atlas Mundial de la Obesidad Infantil, realizado por la Federación Mundial de Obesidad, predice que en 2030 más de 744 mil menores de 19 años serán obesos.

Cabe destacar que el sobrepeso y la obesidad no son lo mismo. El primero significa que uno pesa más que su número ideal, lo cual puede darse por diversas razones y no necesariamente por una vida poco saludable (por ejemplo, por contar con mucha musculatura), mientras que la obesidad es tener un exceso de grasa corporal.

Pese a que la gravedad de esta situación es evidente, la obesidad no es considerada como una enfermedad en nuestro país, lo que impide contar con un apoyo transversal del sistema de salud.

Así lo indica el doctor Claudio Canales, presidente de la Sociedad Chilena de Cirugía Bariátrica y Medicina Metabólica (SCCBM), quien explica a BioBioChile que “al ser considerada una enfermedad, puede acceder a tratamientos de largo plazo y contar con el apoyo del sistema de salud”.

En ese caso, “se elaboran guías clínicas al respecto por parte del Minsal, es decir, documentos que incluyen recomendaciones destinadas a optimizar el cuidado de los pacientes, ya sea en tratamientos, fármacos y cualquier otra acción para abordar la enfermedad, su mejoría y estabilidad. Son elaboradas a partir de una revisión sistemática de la evidencia y a partir de la evaluación de los riesgos y beneficios de opciones alternativas”, acota.

De esta forma, considerar a la obesidad como una enfermedad podría ser una forma efectiva de combatirla.

4 factores que influyen en la obesidad

Muchos piensan que simplemente con dejar de comer y hacer ejercicio se puede bajar de peso y superar la obesidad. Nada más lejos de la realidad.

“La obesidad no está relacionada sólo con lo que la persona come o hace. Es una enfermedad crónica y compleja sobre la cual influyen diversos factores: genéticos, biológicos, ambientales, psicológicos”, destaca el Dr. Claudio Canales.

Y recalca que “el peso no es sólo responsabilidad de quien vive con obesidad. Hay ciencia que explica lo que está pasando con ese paciente”.

¿En qué consisten estos cuatro factores? Te los detallamos a continuación.

1- Genética

Nuestra genética tiene una gran influencia sobre la forma en que luce nuestro cuerpo, lo cual está totalmente fuera de nuestro control y no se puede predecir.

De acuerdo a Canales, “nuestros genes determinan en gran medida cada aspecto de nuestra fisiología. Algunas personas están genéticamente predispuestas a presentar obesidad, dependiendo de sus antecedentes familiares y su etnia”.

Especifica que “esta predisposición se debe a pequeñas variaciones en nuestros genes, que pueden afectar nuestra habilidad para perder o ganar peso. En algunos casos, estas variaciones pueden aumentar el riesgo de presentar obesidad entre un 20-30%”.

Dichos genes se han relacionado con diversas funciones de nuestro organismo, como son el balance energético, la cantidad de grasa que almacenamos y cómo se comporta nuestro apetito.

2- Fisiología

Este factor tiene que ver con nuestro apetito, que es el deseo que sentimos de comer día a día. Dicha función tiene un gran impacto en nuestro consumo de alimentos y nos ayuda a mantener un peso balanceado de acuerdo a nuestro cuerpo.

El doctor Canales describe cómo funciona este proceso: “Las células especializadas en el estómago e intestino producen hormonas, las cuales juegan un papel importante en la regulación de nuestro apetito y consumo energético. El cerebro procesa las señales de estas hormonas y las traduce en sensaciones de disminución del hambre y aumento de la saciedad, controlando de este modo la ingesta de alimentos”.

Lo cual quiere decir que “un trastorno de la regulación del apetito puede llevarnos a no comer lo suficiente (desnutrición) o a comer demasiado (sobrepeso y obesidad), ambas con graves consecuencias para la salud”.

3- Psicología

No sólo la genética y la fisiología intervienen en nuestro peso, sino que también existe el factor psicológico, es decir, la mente y el estado de ánimo pueden traernos consecuencias que afectan el aspecto físico.

Qué mejor manera de entender esto que en el presente año, en que la pandemia y las extensas cuarentenas han perjudicado el bienestar mental y emocional de millones de personas en todo el mundo. La ansiedad, el estrés, la depresión y otros trastornos psicológicos pueden aumentar el apetito en algunas personas y suprimirlo en otras, ambas situaciones que son riesgosas para la salud.

Junto con eso, el médico expresa que el insomnio y los problemas para dormir pueden vincularse al peso, otra situación que han vivido muchas personas en estos difíciles meses. “El sueño ayuda a mantener el cuerpo en equilibrio y la falta del mismo se ha relacionado con el aumento de la sensación de hambre”, sostiene.

Y si estás en tratamiento psicológico y subes de peso, probablemente tampoco lo puedas controlar en su totalidad, porque “el aumento de peso también es un efecto secundario a medicamentos comunes, tales como algunos antidepresivos”, agrega.

4- Entorno

Puede que muchos no tomen en cuenta este cuarto factor, pero puede tener un alto impacto en nuestra dieta y, en consecuencia, en nuestro peso, afirma el doctor Canales: se trata del lugar donde vives, el ambiente que te rodea.

“La sociedad en la que vives y tu cultura también pueden influenciar tu predisposición a presentar obesidad. Varios aspectos de la vida moderna han tenido un impacto significativo en nuestra capacidad para mantener un peso saludable”, relata.

¿A qué se refiere? Muy fácil, se trata de que tus circunstancias de vida puede que hagan más fácil el acceso a la comida rápida y los alimentos altamente procesados, lo cual sin duda influirá en la cantidad de grasa, azúcar y calorías que ingieras diariamente.

Por otra parte, hay quienes, debido al sitio donde habitan, en especial si se trata de una zona rural, tienden a alimentarse más con vegetales y productos animales no procesados.

Del mismo modo en que vivir en una ciudad con alta densidad poblacional puede hacer más difícil el acceso a áreas verdes donde ejercitarse, lo cual también impacta en nuestro físico.

“La mayor disponibilidad de alimentos poco saludables, baratos, con alto contenido de grasa y azúcar; los estilos de vida sedentarios, tanto en el trabajo como en la casa, y más personas que viven en ciudades con menos acceso al espacio exterior” son factores a considerar, asegura Canales.

Si crees que tu estilo de vida es poco saludable y quieres mejorar tu alimentación, te aconsejamos consultar con un profesional de la salud.

 

Fuente: biobiochile.cl